Coherencia cardiaca
Cuando conocí el concepto de coherencia cardiaca algo en mi interior latió más fuerte. Y me puse a investigar. Mucho de lo que he leído ya lo conocía, pero siempre es interesante corroborar lo que sabes. Algunas cosas no. Y siempre es bueno ampliar horizontes. Cuando aprendo algo que puede influir en nuestro bienestar siempre me apetece compartirlo. De ahí este artículo.
¿Has notado cómo tu corazón late más deprisa cuando te pones nerviosa? ¿Y cuando llegas tarde a una cita? ¿Cuando tienes miedo? ¿Cuando estás estresada? Nuestro cerebro, nuestras emociones y nuestro corazón (al igual que te he contado muchas veces respecto de la respiración) están completamente condicionados unos por otros. ¿Quién manda? La buena noticia es que eso lo puedes decidir tú.
¿De verdad es posible afectar de manera voluntaria al ritmo de nuestro corazón? Los últimos descubrimientos en neurociencia nos hacen entender mejor el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, y en concreto, de nuestro cerebro. Y ya hemos podido entender que lo que nos sucede transcurre por una carretera de doble sentido. Ante una circunstancia externa concreta, nuestro cerebro reacciona. Pero ante una reacción que nosotras provoquemos de manera voluntaria, conseguimos también esa reacción cerebral. Y en este caso podemos elegir qué queremos conseguir.
Al igual que pasa con el cerebro, pasa con el corazón. De ahí el término “coherencia cardiaca” Si trabajamos de manera voluntaria la coherencia cardiaca podemos incrementar nuestro bienestar, tanto el físico como el emocional.
La relación entre el sistema nervioso y el corazón
El corazón es el órgano encargado de bombear la sangre a nuestro organismo. Pero además, encontramos en él miles de neuronas. Estas neuronas funcionan igual que las del cerebro: reciben información, la procesan y reaccionan en consecuencia generando hormonas que se propagan por nuestro torrente sanguíneo actuando sobre nuestro sistema nervioso:
Adrenalina, que nos acelera para que actuemos rápido
Oxitocina, la hormona del amor (que por cierto, en sus inicios también afecta al ritmo cardiaco, ¿te suena?)
Atriopeptina que regula la tensión arterial
Nuestro sistema nervioso suele periférico tiene dos ramales: el simpático y el parasimpático. A pesar de sus nombres, el simpático es el “antipático”, el encargado de estresarnos. El parasimpático, de relajarnos. El primero acelera nuestro corazón mientras que el segundo lo calma, disminuyendo la frecuencia cardiaca.
El corazón, sus latidos y las emociones
En la armonía está el triunfo. Un corazón sano late entre 60 y 80 veces por minuto. Se acelera dependiendo de la actividad que estemos realizando. Pero las emociones: también le afectan. El miedo, la ira o el estrés, lo aceleran. Un corazón en constante estado de ritmo acelerado nos hace sentir mal. Necesitamos aprender a pausarlo para lograr un estado saludable. Frenaremos un envejecimiento prematuro.
La ansiedad, la tristeza, los enfados o las preocupaciones por pequeñas que sean, afectan negativamente en nuestra frecuencia cardiaca. La alegría, la gratitud y el amor, tanto el recibido como el otorgado, favorecen la coherencia cardiaca.
Utilizar la coherencia cardiaca para mejorar nuestro estado
La coherencia cardiaca es el estado en el que el corazón late de manera regular y con una cadencia armoniosa, repetitiva, ordenada, dibujando unas ondas regulares.
Si conseguimos ese tipo de latido, característico de la coherencia cardiaca, vamos a observar, a sentir, como el resto de nuestro organismo se acompasa a ese ritmo: la respiración, la tensión arterial y el sistema endocrino se sincronizan.
10 beneficios de la coherencia cardiaca
Atenúa la sensación de cansancio que conlleva el exceso de cortisol
Nos ayuda a estar más concentrados
Agiliza el funcionamiento del cerebro
Reduce el estrés
Es un relajante natural
Tiene un efecto antidepresivo
Aporta serenidad
Mejora la calidad del sueño.
Fortalece el sistema inmunitario.
Fomenta la producción de la conocida como “hormona de la juventud”, o DHEA, aumentando nuestra esperanza de vida. Olé.
¿Cómo conseguir coherencia cardiaca? La práctica
La práctica de los tres ejercicios que te describo a continuación te ayudará en la consecución de la coherencia cardiaca
1. La respiración del corazón
Puedes hacerla tumbada o sentada en posición de meditación. Coloca una mano en el corazón y la otra encima de esa mano. Cierra los ojos. Busca sentir el latido de tu corazón en la mano y el calor y la presión de la mano en el pecho (en el corazón). A partir de allí, comienzas a hacer respiraciones lentas y profundas (tanto como te sea posible sin forzar lo más mínimo). Practica un mínimo de 4 minutos. Hasta que consideres…
2. La respiración rítmica en 10 segundos
Busca un momento y un lugar donde sentarte con los ojos cerrados. Date un tiempo para calmarte. Se consciente de tu cuerpo buscando sentir su peso sobre donde estás sentada, la temperatura del espacio que te rodea sobre la piel que tengas al descubierto o la presión de la ropa sobre algunas zonas. Comienza apaciguando tu respiración y empieza a contar. 5 segundos de inhalación y 5 segundos de exhalación. Así en ritmo constante. Si te agobias o te pierdes, vuelves a empezar. Los resultados son rápidos. Puedes visualizar un émbolo bajando por tu organismo cuando inhalas y subiendo cuando exhalas.
3. La meditación Metha o Meditación del amor universal
Conectar con la capacidad que tiene tu corazón (y tu misma) de repartir amor de manera incondicional es muy sanador. Pone a flor de piel la bondad que existe dentro de ti. Y eso está comprobado que una calma profunda que perdura. Hay muchos vídeos en Youtube que te pueden servir de guía. Busca y pruébala. Seguro que te sienta bien.
La práctica para conseguir coherencia cardíaca requiere de una atención diaria. Adquirir esta rutina es lo que más te va a ayudar. Ya verás que los resultados son inmediatos.
Espero que lo que te he contado te sea útil, corazón.
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