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Ana Latorre

¿Cómo ves el vaso? Márcate un guiño


¿Sabes para que tenemos dos ojos?


Tenemos dos ojos para obtener profundidad de campo, para poder adquirir la capacidad de ver en tres dimensiones. Cada uno de tus ojos tiene una perspectiva distinta de lo observado, dado que están a diferente distancia. El que combina las imágenes captadas, montando una sobre otra para darnos una visión global, es el cerebro.


Comprueba lo que te aporta mirar con los dos ojos a la vez. Observa algo que tengas alrededor. Cierra uno y observa. Alterna el guiño. Curioso, ¿verdad? Y ahora intenta moverte mirando solo con un ojo. Difícil, ¿no?


Mirar por el ojo bueno. Mirar por el ojo malo

Si nos llevamos esta idea al mundo del coaching, de la salud emocional, del bienestar, podemos establecer una correlación que me resulta útil para contarte lo que quiero que entiendas y quizás te sirva a ti para recordarlo cuando lo precises.


Tenemos dos ojos. Y la visión con uno solo ya has comprobado, si has hecho la prueba anterior, que distorsiona la realidad.


Ahora imagina.


Uno de tus ojos solo ve lo positivo. Puedes forzarlo: únicamente te va a dar información de las cosas buenas que están pasando, han pasado o, si estás proyectando, van a pasar. Te informa, únicamente, de lo que han hecho por ti, de los valores de las personas con las que estás, de las cosas que tienes. Es el ojo del vaso medio lleno, es el ojo del color, de la luminosidad, de la saturación.


El otro es el ojo de lo malo. El que solo te deja ver las sombras, el que lo tiñe todo de negro y plasma la realidad en un cuadro en escala de grises. Es el ojo del frío, el de la tristeza, el de la ira, el del enfado. Es el ojo que te enseña lo que no tienes, los defectos tuyos y de los otros, el que engrandece las cosas malas, los malos gestos, las anécdotas menos afortunadas de tu vida.


Ahora analiza.


¿Utilizas los dos con igual intensidad? Quizás si te encuentras demasiado eufórica o demasiado negativa, podrías hacerte la siguiente pregunta: ¿Con qué ojo estás mirando? ¿Con qué ojo te estás mirando?


Aprende a guiñar los ojos.


Uno y otro. Descubre qué ojo se te ha cerrado. En ocasiones te va a sentar bien agudizar la vista de uno u otro lado. Si te pasas de ánimo, intenta mirar un poco la visión del ojo negativo- Si empiezas a enfadarte o entristecerte en demasía, si tu discurso mental va in crescendo avanzando por caminos cuyos puertos ya conoces y no te sientan bien, abre un poco más tu ojo bueno. Y GUIÑA FUERTE EL OTRO. Hasta que el paisaje se equilibre. Hasta que veas que el vaso está por la mitad.

La mirada bifocal nos da profundidad de campo, capacidad de percibir matices, detalles. Nos da la opción de descubrir más opciones. Y tener más opciones nos hace más ricos, nos hace más libres.

PD. Si observas que tienes una mirada muy descompensada, en la vida real deberías de hacerte ver por un oftalmólogo. En nuestra historia, unas sesiones de coaching pueden corregirte la vista.


Abre los ojos.

Y si lo necesitas, márcate un guiño.

Y si me necesitas, márcame un guiño.

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